Cuando M. Night Shyamalan estrenó su tercera película, El sexto sentido (1999), logró un éxito comercial y crítico que nadie pudo imaginar, quizás ni el propio protagonista de la cinta, Malcom Crowe (Bruce Willis), quien se hallaba completamente perdido. Con este éxito y sus dos filmes siguientes, Unbreakable (2000) y Signs (2002), Shyamalan dominó las taquillas y llegó a la estratósfera de Hollywood.
Entonces conocimos a un Shyamalan que realizaba thrillers en los cuales, hacia el final, mostraba un plot twist revelador, casi una epifanía espiritual, que descubría los motivos detrás del terror psicológico.
Sin embargo, con los años el director estadounidense de origen indio ha perdido impacto. Quizás ha envejecido, pero aún tiene un público fiel que le permite realizar cintas comerciales, entretenidas y con rasgos autorales. Posiblemente vieron que últimamente expandió el universo de Unbreakable como una trilogía completada por las películas Split (2016) y Glass (2019), que preguntan si el trauma y la discapacidad son un caldo de cultivo de culpas, resentimientos y locura si les suman superpoderes. Más allá de la tesis, estas películas giran alrededor de temas como la fe y la identidad. Si al realizador le salen bien o no, es otro asunto.
De esta forma, esta semana se estrena su más reciente filme, Old, en donde vemos a un Gael García Bernal que envejece más rápido de lo habitual.
El estreno se basa en la novela gráfica Sandcastle, de Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters, y narra cómo en una isla aparentemente idílica, un grupo de personas se expone a verdaderos horrores cuando descubre un cadáver y los niños comienzan a envejecer rápidamente. En el reparto también tenemos a Vicky Krieps, Thomasin McKenzie, Eliza Scanlen y Embeth Davidtz.
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